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Será un engaño a la muerte
Cada órgano de mi cuerpo desaparece. Al mismo pulso, también mi energía, mi espíritu, mis pensamientos y mi paz. Pero si es una ley que se cumple aquello de que no se pierde lo que existe, lo que de mí ya se degradó está en otros lugares, otras personas o conjugaciones de tiempo: en un pasado inmediato, en un presente paralelo que ocurre en alguien más, en un futuro que no podré contemplar. Quizás al mirar otra vez la piel gastada de mis manos ese misterio se revele entre lo que soy, entre lo que dejo.
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